Ancares

Entre el pico Cuiña y el pico Miravalles, cerrado por el puerto de Ancares, y en la cabecera del valle de Ancares, se encuentra Tejedo de Ancares, quizás el pueblo ancarés con la naturaleza  más espectacular, por ser el último pueblo del  valle de Ancares, ya en el vértice occidental de la cordillera Cantábrica.

 

Hasta no hace mucho tiempo, el nombre de Ancares se circunscribía al valle glaciar en forma de U ubicado entre el  puerto de la Cruz  (también llamado Lumeras) y el  puerto de Ancares, que separa las cuencas del río Navia  y del río Sil. El topónimo “Ancares”, a mediados del siglo pasado tuvo una espacial atracción y fue también utilizado para denominar otro espacio más amplio, Os Ancares,  declarado en 2006 reserva de la biosfera, que, además del originario Ancares, esto es, el valle de Ancares, comprende otros espacios repartidos entre   la comarca del Bierzo (Léon) y  Lugo, que hasta entonces nunca habían sido conocidos por el topónimo “Ancares”, y el gentilicio “ancarés” era solamente utilizado para designar los habitantes de los nueve pueblos del valle de Ancares.

 

Tejedo de Ancares, por su ubicación a los pies del puerto de Ancares, ya en el  límite de León con Lugo y Asturias,  es la base ideal para descubrir la belleza  de toda la reserva de la biosfera “Os Ancares”, tanto gallegos como leoneses.

 

El pueblo de Tejedo de Ancares se halla a los pies del pico Andía, en un ancho del valle. Su nombre en ancarés es “Teixeu”, que significa lugar poblado de tejos; y está rodeado de montañas que parecen alcanzar el cielo, y combina suaves prados con frondosos bosques de robles, castaños, acebos, abedules, alisios (umerios) y capudres (serbal), etc., que crean una atmósfera de tranquilidad absoluta, donde se escucha el silencio, solo roto por el viento y el ruido de los animales que allí habitan ( entre otros, ciervos, corzos, cabras monteadas, osos, lobos, rebecos, que allí llaman robezos, zorros, jabalíes, etcétera).

Dicen que no es posible disfrutar de las cosas pasando por ellas a la carrera. Para disfrutar de Ancares, deténgase en Tejedo; no haga solo una ruta en coche, pasando a toda velocidad por su increíble paisaje, pues se perderá el olor de la tierra y la hierba húmeda o los aromas florales del brezo (uces), la retama (xiestas) o el castaño (castañeiro); y al inicio de la primavera, los prados convertidos en extensas alfombras de amarillos narcisos (que allí llaman papoulas), en contraste  con el blancor de la nieve en las montanas; los espectaculares  y estrellados cielos ancareses, mágicos y únicos, surcados, a menudo, por  estrellas fugaces; el mitológico canto nocturno del cárabo (a curuxa) desde las cavidades de los milenarios robles y castaños; los amaneceres y puestas de sol  especialmente impresionantes desde el puerto de Ancares.

 

En Tejedo de Ancares todo gira entorno al encanto melancólico del paisaje y de la naturaleza, que allí se manifiesta en todo su esplendor, y provoca una sensación de paz y tranquilidad.

 

En Tejedo de Ancares hay recorridos preciosos y sencillos, por  senderos y caminos, que se pueden hacer con niños y ancianos; otros, más duros, te invitan a la aventura y a las emociones, a través de los paisajes de la naturaleza más fascinante que se pueda uno imaginar.

 

Una increíble bocanada de aire puro, donde aún se escucha el canto del urogallo (galo del monte), le espera en Tejedo de Ancares, donde será acogido con la sincera amabilidad de los ancareses, y deseará regresar.

Tejedo de Ancares, por su ubicación a los pies del puerto de Ancares, ya en el  límite de León con Lugo y Asturias,  es la base ideal para descubrir la belleza  de toda la reserva de la biosfera “Os Ancares”, tanto gallegos como leoneses.

 

El pueblo de Tejedo de Ancares se halla a los pies del pico Andía, en un ancho del valle. Su nombre en ancarés es “Teixeu”, que significa lugar poblado de tejos; y está rodeado de montañas que parecen alcanzar el cielo, y combina suaves prados con frondosos bosques de robles, castaños, acebos, abedules, alisios (umerios) y capudres (serbal), etc., que crean una atmósfera de tranquilidad absoluta, donde se escucha el silencio, solo roto por el viento y el ruido de los animales que allí habitan ( entre otros, ciervos, corzos, cabras monteadas, osos, lobos, rebecos, que allí llaman robezos, zorros, jabalíes, etcétera).

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